Por: Desarrollo Docente UPC
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El aprendizaje no solo se genera en las aulas, sino a lo largo de toda la vida, tanto en los espacios sociales, laborales y cotidianos. Husserl expone que toda experiencia tiene el potencial de ser un espacio de aprendizaje, ya que invita a la persona a enfrentarse con sus propias estructuras de conocimiento, para incorporar lo nuevo desde un proceso de autentificación (Poncela, 2018).
Ante ello, como universidad, en la UPC, nos comprometemos a que nuestros alumnos aprendan a aprender, formando alumnos con valiosos conocimientos, y además personas motivadas para seguir promoviendo su potencial a lo largo de toda su vida (Martín, 2020).
Este tipo de enseñanza implica que el profesor planee de manera estratégica espacios donde se promueva que cada uno de nuestros estudiantes asuma su aprendizaje, haciéndose responsable de qué y cómo va a aprender, entrenándose para afrontar satisfactoriamente diversas situaciones de aprendizaje (Crispín, et al, 2011).
Para ello, se plantea una serie de características que son importantes tener en cuenta bajo este modelo de enseñanza:
Protagonismo
Es importante que los alumnos primero dejen un rol pasivo, para aceptar que son ellos los responsables de los resultados que se obtengan de los espacios de enseñanza, siendo conscientes que son los protagonistas de los procesos y metas de sus aprendizajes, acogiendo la realidad del “Yo aprendo”.
En este punto, el docente, como indica Rogers, construye espacios donde se asume de forma progresiva la posibilidad de asumir responsabilidades y tomar decisiones, así como, le brinda la confianza necesaria para que el alumno se arriesgue a asumir que es él quien determinará su aprendizaje (Poncela, 2018).
Toma de conciencia
El estudiante reconoce que es una persona única, por lo cual, con una forma particular de aprender. Descubre la importancia de reflexionar sobre “¿Cómo aprendo?” identificando sus propios procesos de aprendizaje y las estrategias que favorecen que obtenga sus metas (Martín, 2020).
Se valora el proceso de evaluación como un espacio rico de oportunidades de crecimiento para analizar cómo y por qué se tomaron las acciones que llevaron a los resultados actuales. Preguntándonos cómo, cuándo y por qué las utilice, ello teniendo en cuenta tanto las variables cognitivas y afectivo-motivacionales (Martí, 2000).
Es aquí donde los docentes ofrecerán el análisis de sus acciones como un espacio realista y positivo que promueve el crecimiento continuo del alumno.
Autogestión
Se busca que el alumno sea capaz de autorregular su aprendizaje respondiendo “¿Qué hacer para aprender?”, para ello se fomentará que tome decisiones frente a futuros procesos de aprendizaje, adoptando conductas eficaces, mediante un esfuerzo razonable, que conduzcan al éxito de los objetivos.
Se preparan las condiciones adecuadas, a través de la planificación de estrategias de aprendizaje como procesos intencionales que favorezcan la apropiación y la integración del conocimiento de manera comprensiva y duradera, a través de un conjunto de operaciones mentales en una secuencia determinada (Crispín, et al, 2011).
En ese sentido, los docentes, los acompañarán brindándoles diversas estrategias de aprendizaje, que le permitan a través de la experiencia valorar si ellas favorecen su aprendizaje, motivando que las que mejor se adecuen al alumno sigan un proceso de mejora continua. Todo ello, conduce a la autonomía en el aprendizaje, que les permitan ser competentes para participar en los nuevos entornos de aprendizaje, y con ello aprovechar cada oportunidad como un espacio valioso para seguir promoviendo el desarrollo de su potencial.