Por: Rodrigo Flores, Calidad Educativa UPC
Uno de los principales cambios que ha traído el aislamiento social es tener que pasar la mayor parte del día (si no es todo) escuchando a un acompañante muy particular: nuestra mente. Seguro la hemos escuchado mucho más activa que nunca, enviándonos mensajes como: “tienes mucho que hacer”, “¿cuándo se acabará esto?”, “estar así es insoportable”, entre muchos otros mensajes que pueden ser muy dolorosos. Llegar a estar a solas con nuestra mente puede ser una tortura mucho más tenebrosa que estar encerrados en cuatro paredes. ¿Qué hacer al respecto?
En una charla TED, Steven Hayes, psicólogo clínico co-desarrollador de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) nos brinda una reflexión al respecto titulada “Mental Brakes for avoid Mental Breaks” o “Frenos Mentales para evitar una Rotura Mental”.
Hayes comenta algunos ejercicios que pueden ayudarnos:
- Dale un nombre a tu mente: El primer paso para aplicar un freno a nuestra mente es ponerle un nombre, ¿qué tal un nombre divertido como “asustadizo”? Esto nos ayudará a poder notar y hablar sobre nuestros pensamientos más molestos como otro intento de asustadizo por hacerse notar. Ahora podremos decirle: “muchas gracias por lo que me comentas asustadizo, pero ahora seguiré con lo que estoy haciendo”.
- Repite en voz alta rápidamente: Muchas veces nuestra mente puede ser muy crítica y dura con nosotros mismos, recordándonos continuamente que somos “inútiles” o “malos padres o profesionales”. Para restarle poder a esas etiquetas, podemos repetirlas en voz alta lo más rápido que podamos, viendo con el tiempo como esa palabra tan dolorosa se va escuchando cada vez más extraña, hasta que pierde su valor inicial.
- Imaginar que ponemos los mensajes en globos con helio: Por muy intensos que podamos experimentarlos en ese momento, los mensajes que nos manda nuestra mente son justamente eso, “mensajes que nos manda nuestra mente” y nada más. Podemos elegir imaginarnos que los ponemos en globos y observar como poco a poco se van elevando hasta que finalmente se pierden de nuestra vista.
Estos ejercicios no buscan ridiculizar los contenidos de nuestros pensamientos, los cuales muchas veces contienen preocupaciones muy realistas. El objetivo de estos ejercicios es permitirnos tomar distancia de aquello que nos comunica nuestra mente, recuperando así el control de nuestras acciones. Nuestra mente no es nuestra enemiga, solo que muchas veces se comunica de una manera que nos impide seguir avanzando hacia lo que nos importa.
Reconciliémonos con nuestra mente realizando ejercicios como los propuestos para poder mirar las cosas con perspectiva y descifrar qué es lo que nos quiere decir entre líneas. Si tomamos distancia y la escuchamos esta vez con curiosidad y compasión, y no aceptando literalmente todo lo que nos dice, tal vez descubramos cosas muy interesantes. Recordemos que siempre que encontremos algo que nos duela es porque también está en juego algo que nos importa.